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¿Qué es el trabajo y por qué trabajamos?

Por: L.E. Lucía Gómez Huerta

En un plano subjetivo, el trabajo es vendido como la vía infalible para satisfacer las necesidades humanas, cualesquiera que estas sean, las del estómago o las de la fantasía. Sin embargo, si nos ponemos a pensar ¿por qué aún que una persona promedio destine cada vez más horas a trabajar, sus condiciones de vida no tienden a mejorar?, o peor aún, ¿por qué a pesar de haber cada vez más avances tecnológicos y organización social que posibiliten la reducción de las jornadas laborales, destinar menos tiempo al trabajo y más al desarrollo personal se vuelve un deseo cada vez más lejano? Bueno, la respuesta está en la forma en cómo se encuentra organizado el trabajo en el sistema capitalista.

Primero, es necesario definir al trabajo como el único proceso mediante el cual mujeres y hombres, con apoyo de instrumentos de trabajo, modifican los objetos de la naturaleza para posteriormente intercambiarlos mediante el dinero y entonces poder obtener los medios suficientes para subsistir. A lo largo de este proceso, las personas se relacionan unas con otras y su posición dentro del sistema depende en total medida de quiénes son quienes concentran las tierras, las fábricas, la tecnología, el gobierno, el capital, pues al poseer los medios productivos, el objetivo ya no resulta ser el de obtener alimento o vivienda para continuar, sino el de mantener a una masa de población violentamente insertada en trabajos donde no existan remuneraciones justas por sus labores para, de este modo, generar la mayor cantidad de ganancia posible. ¿Y cómo sucede esto? Bien, bajo la óptica de la economía objetiva, las cosas (mercancías) valen según el tiempo de trabajo que esté invertido en ellas, es decir, a mayor número de horas trabajadas, mayor es el precio de esa mercancía y por tanto mayor resulta la ganancia. Cuando el grado de explotación hacia las y los trabajadores es mayor, lógicamente, las ganancias tienden a incrementarse. Este grado de explotación refiere a los mecanismos empleados para hacer trabajar por más tiempo y con menores costos a todos los trabajadores alrededor del mundo.

Esta situación se vuelve compleja cuando la modernidad y el desempleo perjudican la situación de las personas. Y se agudiza cuando una misma labor es dividida entre la planta obrera y campesina, a modo de eficientar los tiempos de trabajo y poder producir y mover un volumen gigantesco de mercancías en tiempos cada vez más cortos. Con el paso del tiempo y el desarrollo del sistema capitalista, las formas de explotación de las y los trabajadores se vuelven aún más complejas, hasta llegar al punto donde la autoexplotación resulta ser la única alternativa para subsistir.

Y entonces, ¿cuál es la alternativa al trabajo dentro del capitalismo? Organización. Tomar consciencia del lugar que se nos ha impuesto, no priorizar el dinero como el propósito de nuestra vida, reforzar las relaciones laborales-comunitarias y procurar el buen vivir. El modo capitalista de producción basado en la explotación del trabajo asalariado, deforma física y espiritualmente a la humanidad, obligándola a mantenerse dentro mediante la disciplina del hambre, la última y la más cruel de las pobrezas.

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No es una utopía cambiar el sistema capitalista…

No es una utopía cambiar el sistema actual, utopía es creer, que este modelo basado en la explotación de los recursos naturales y el crecimiento de la economía continuará indefinidamente, en un planeta finito.

Cooperativa Agropecuaria Biodinámica La Abundancia, 2017

La pandemia por COVID-19, ha sacudido nuestras concepciones de “lo normal”. Sin embargo, esta contingencia develó un sinfín de crisis, que ya han golpeado a la humanidad en distintas latitudes desde hace tiempo. El virus no ha provocado las externalidades del sistema, en realidad ha visibilizado profundos problemas que debemos corregir como sociedad para mirar a nuevos horizontes. 

Desigualdades en evidencia

Los modelos de desarrollo no han dado respuesta a los retos de los pueblos y se habla ahora de una crisis civilizatoria. La búsqueda incansable del crecimiento por parte de los Estados-corporaciones, la privatización de lo público y la socialización de los costos privados, están haciendo tocar fondo a las mayorías. Esta últimas ya no se encuentran ni siquiera debajo de la escala social sino fuera, excluidas, de la misma manera que los más poderosos no se encuentran en lo más alto de la pirámide, sino sobre ella y dominando el todo (Touraine, 2005).

A grandes rasgos, las circunstancias actuales han mostrado que:

  1. Somos una sociedad consumista. No consumimos, somos hiperconsumistas. Con estimaciones de la Global Footprint Network, necesitaríamos 5 planetas enteros si todas las personas viviéramos bajo el mismo perfil de consumo que la población de Estados Unidos. A esto se suma que alrededor del 50% de la emisión mundial de contaminación, se le atribuye al consumo irracional del 10% de la población más rica y con mayores privilegios (Oxfam, 2015). 
  1. Somos una sociedad altamente desigual. De acuerdo con Oxfam (2017, párr. 2) “…la riqueza de los mexicanos más ricos en 2017 fue de 116 mil millones de dólares, esto significa que las 10 personas más ricas de México acumulan la misma riqueza que el 50% más pobre del país”. Durante la cuarentena vemos por un lado, a un sector de la sociedad que puede mantenerse aislado en su hogar, gozando de privilegios como: gimnasio, alberca, casas de campo y playa, personal de servicio permanente y que, en repetidas ocasiones, arremeten contra quienes no atienden el “Quédate en casa”; por otro lado, encontramos personas que, por la naturaleza de sus labores y condiciones de subsistencia, tienen que salir a ganarse el sustento del día, bajo la consigna: “o nos morimos del coronavirus o nos morimos de hambre, habrá que elegir una”.
  1. Nuestros derechos humanos son mercantilizados a través de la privatización de la seguridad social. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2018) en nuestro país, aproximadamente 71.7 millones de personas, equivalente a 57.3% del total de la población, no tienen acceso a la seguridad social. 
  1. Nuestro trabajo es precario. La Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2002) reveló que, del total de población mundial económicamente activa, el 50% (1,600 millones de personas) trabajan en la economía informal, en la que los trabajos generan bajos y efímeros ingresos: lo que se trabaja hoy, se gasta hoy. Respecto al trabajo formal, este no siempre es bien remunerado ni ofrece condiciones adecuadas para el desarrollo humano. En medio de la pandemia, el Instituto Mexicano del Seguro Social registró una pérdida de 346,878 empleos provenientes, en su mayoría, de grandes empresas mexicanas y extranjeras instaladas en el país (Secretaría de Trabajo y Previsión Social, 2020). Mientras que las micro y pequeñas empresas resisten el embate con el total de su plantilla. 
  1.  El trabajo doméstico y de cuidados es poco valorado. Ambas actividades fundamentales, recaen en el 76% de las mujeres a escala mundial (OIT, 2018) lo que restringe oportunidades de ingresar al mercado laboral remunerado, además del tiempo para el autocuidado, descanso y ocio, entre otras actividades.
  1. Hemos normalizado la violencia. De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, de 2017 a 2020 los feminicidios se incrementaron de 7 al día a 10.5 (Xantomilla, 2020).  

Claramente existen problemas transcendentales en el esquema económico y político que vivimos hoy. Frente a las profundas fallas del sistema, indudablemente se exige un movimiento cuyo objetivo sea un cambio de paradigma, un campo de visión más amplio, horizontal y pacífico. Es necesaria una transformación de mentalidades, de reconocer que existimos desde lo colectivo, no desde lo individual. 

Pistas para la transformación 

Ante los retos que nos presenta el panorama actual, como lo dice Boaventura de Sousa (2018): es momento clave de voltear a ver, admirar y reconocer otras epistemologías, las del sur. Es tiempo de vivir las alternativas, otras formas de cohabitar el planeta y compartirlo. En medio de esta crisis, la gran pregunta es ¿qué podemos hacer desde nuestra trinchera? A manera de aproximación, se enlistan algunas pistas para transitar hacia otras formas de resolver la vida:

  1. Colectivizar y corresponsabilizar el trabajo doméstico y de cuidados, entre hombres y mujeres.  
  2. Desnaturalizar las relaciones de opresión y violencia, especialmente entre los miembros más jóvenes de la familia.
  3. Producir y consumir lo que realmente se necesita, de una manera sustentable y colectiva. 
  4. Satisfacer las necesidades más allá del mercado, bajo métodos de la economía solidaria: trueque, tequio, bancos de tiempo y circulación de monedas locales.
  5. Evitar contribuir la permanencia de los monopolios, especialmente de venta al detalle, convirtiéndonos en consumidoras/es responsables e informadas/os.
  6. Revalorizar el papel de las y los campesinos, sus saberes, técnicas, y promover la protección y rescate de especies nativas.  
  7. Contribuir a alcanzar la soberanía alimentaria, promoviendo el consumo de alimentos saludables y la producción alimentaria agroecológica, e incluso iniciar con el cultivo de nuestros propios alimentos, si las condiciones del hogar lo permiten.
  8. Articular circuitos económicos solidarios que nos permitan sostenernos en conjunto; las iniciativas pequeñas y aisladas tienen menor posibilidad de sobrevivir. 
  9. Fomentar el consumo y comercio local, a través de iniciativas como Kilómetro Cero, que consiste en adquirir y fomentar la compra y producción de productos locales, cuyo origen sea inferior a 100km del punto de distribución.
  10. Evitar la cultura del desperdicio y la generación de residuos, a través de estrategias como basura cero y economía circular.
  11. Cambiar los servicios financieros de la banca tradicional a los de la banca ética y social: Cooperativas de Ahorro y Crédito, desde luego reguladas por la Comisión Bancaria y de Valores.
  12. Mapear iniciativas locales y apoyarlas con trabajo y/o donativos.
  13. Apoyar y difundir experiencias colectivas, radios comunitarias y medios de comunicación independientes.
  14. Utilizar el software libre y telefonía comunitaria, como en la sierra de Oaxaca con el proyecto de Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias A.C. (Martínez y Barroso, 2019). 
  15. Tener una ciudadanía participativa, muy activa. Que incida en las políticas públicas de nuestras ciudades y comunidades para exigir transparencia y rendición de cuentas a los gobiernos. 
  16. Liderar la organización de una iniciativa para colectivizar el consumo, el cuidado, la educación, la vivienda y la salud.

Apostemos por el bienestar

Debemos repensar y redefinir el objetivo de la generación de riqueza a través de las empresas, ya que la organización y el dinero son medios, no fines. Una vía para lograrlo, son las cooperativas, unidades de trabajo colectivo que privilegian a las personas frente al capital y se rigen a través de principios y valores como: solidaridad, ayuda mutua, equidad, democracia, intercooperación, entre otros. 

Se ha demostrado que las cooperativas son resistentes a las crisis, debido principalmente a su alto enfoque en las personas y en el medio ambiente. Además, son potenciadoras de procesos participativos y horizontales, tan necesarios en estos momentos. Bajo la filosofía del bien común, son la innovación social más potente de los dos últimos siglos. Por ejemplo, en pueblos originarios de México, el cooperativismo ha sido una práctica común en su historia, por medio de la organización democrática se producen alimentos, se designan roles políticos y se conforma una cultura colectiva que, en momentos de tensión social, les ha permitido resistir ataques frente a la continua colonización. 

Ante el escenario que presenciamos en la actualidad, emergen nuevos esfuerzos por redirigir la economía y trabajar en favor de crear condiciones más justas para todas las personas. Ya expresaba en 2016, en la Tercera Cumbre de Cooperativas celebrada en Quebec, Canadá, el economista y Premio Nobel, Joseph Stiglitz, que las cooperativas jugarían un papel muy importante en la próxima década, como la única alternativa al modelo económico fundado en el egoísmo y el individualismo que fomenta las desigualdades.

La forma más democrática de revitalizarnos socialmente es involucrando a más personas para fortalecer la organización cooperativa, como lo ha hecho ECOOS-Escuela de Economía Social, una cooperativa de educación y formación para el buen vivir que lucha por la autogestión, la autonomía y la democratización del conocimiento desde hace cuatro años, en las regiones oaxaqueñas del Istmo, Mixteca y Valles Centrales.

Los cofundadores de ECOOS participaron entre 2011 y 2016 como voluntarios en una organización estudiantil dedicada al rescate de experiencias y procesos de aprendizaje comunitario y universitario, que los impulsó a construir una propuesta colectiva para contribuir a un mundo justo, apostando por una economía realmente social y solidaria. 

Por medio del acompañamiento y asesoría apoyan a empresas, organizaciones, colectivos y proyectos en su camino hacia la revitalización económica y organización cooperativa. Ofrecen servicios de incubación, profesionalización, consultoría, capacitación y compartencia de herramientas y saberes. Su misión es combatir las desigualdades humanas -anteriores y producto de la pandemia- a través del impulso de iniciativas de economía solidaria.

Bajo la filosofía: «esencia de ser uno del otro, y de pertenecer a una colectividad infinita, que tiene que ver no con sistemas, sino con sociedades en permanente transformación» (Romero, 2010, párr.9) los profesionales asociados a esta cooperativa trabajan con perspectiva de género, interculturalidad, sustentabilidad, inclusión de jóvenes y protección de los derechos humanos.

Con su programa JuventudESS Cooperativistas, fortalecen las capacidades y habilidades de jóvenes, para el diseño y la implementación de proyectos de economía social-solidaria en sus comunidades. Mujeres LíderESS, es el programa que promueve el liderazgo y autonomía de mujeres a través del impulso de su emprendimiento, entre las organizaciones que acompañan se encuentran Mujeres A.V.E. de Sikanda A.C. y Gueniza de Lu’um A.C.

A partir de la pandemia por COVID-19, ECOOS buscó adaptarse a los medios digitales, aunque le representó grandes retos. Hasta el distanciamiento social, su trabajo era totalmente presencial debido a que el segmento de la población a la que dirigen sus iniciativas, no cuenta con acceso Internet, y pocos tienen teléfono con los requerimientos técnicos básicos para realizar videoconferencias. Con la creatividad que les caracteriza, pusieron en marcha estrategias como el microlearnig, una manera diferente de aprender a distancia, que consiste en fragmentar los contenidos didácticos para adquirir determinadas competencias. 

A través de esta metodología de enseñanza-aprendizaje, la organización comparte con sus beneficiarios pequeñas cápsulas de información o vídeos cortos, a los que pueden acceder en cualquier momento. De esta forma han conseguido cubrir las necesidades de aprendizaje, a pesar de las limitantes del distanciamiento por la cuarentena, especialmente, porque los contenidos se pueden visualizar en múltiples dispositivos como móviles, tabletas y computadoras personales. Para aquellos que no cuentan con estos medios, la capacitación se realiza vía telefónica. 

A partir de los cambios del entorno, la visión de la Escuela es consolidar un ECOOSistema de intercambio de conocimientos, generación de redes y cooperación entre organizaciones, colectivos y cooperativas, para mejorar en conjunto las condiciones de trabajo y de vida de la colectividad.  

Otro ejemplo de su trabajo, se desarrolla en la Ciudad de México, en donde la realidad golpea más fuerte a sus sectores populares y los casos de coronavirus son los más numerosos en el país, pero existen comunidades que hacen frente a la crisis con solidaridad, imaginación y rebeldía, como la Cooperativa Acapatzingo, organización dedicada a garantizar vivienda digna para sus integrantes en la Ciudad de México, plantea enfrentar de manera conjunta y organizada la adversidad.

Durante la cuarentena pusieron en marcha un comedor comunitario, mientras que las comisiones de la cooperativa de vivienda, realizaron acciones de protección y apoyo en las unidades habitacionales que forman parte de la organización: La comisión especial de salud se dedica a dar información sobre la pandemia, organiza talleres para la producción de cubre bocas y gel antibacterial para las personas que se quedaron sin empleo e instalaron tarjas en las entradas de las comunidades para lavarse las manos. 

La comisión de vigilancia, en un espacio autogestionado coordina acciones que garanticen la seguridad, con la participación de los habitantes. La comisión de cultura da talleres de lectura y cineclub; la de deportes promueve activaciones físicas. En conjunto, las comisiones dan seguimiento a la población de mayor edad que tiene enfermedades crónicas y se le apoya para realizar sus compras.

En conclusión, ¡no podemos volver a la normalidad, porque la normalidad era el problema! Necesitamos otra mentalidad para reconocer que tenemos que cooperar y solidarizarnos entre todas las personas, sólo esto permitirá vernos con otra mirada. 

¿Las cooperativas son una alternativa económica y social frente a la hegemonía capitalista? La respuesta es sí, porque el trabajo nos iguala como personas, las cooperativas democratizan el poder, promueven la autogestión; no hay una apropiación del plusvalor por parte de un tercero porque la riqueza se produce y se distribuye entre las personas socias; los medios de producción son de propiedad colectiva, en la asamblea se tiene voz y voto, se prioriza el trabajo digno y decente, hay un interés genuino hacia la comunidad y se actúa de manera glocal (pensar global, actuar local) con soluciones creativas e innovadoras. 

Sin duda, aún hay formas para empezar a cambiar, entonces, emprendamos nuevos proyectos a través de la acción colectiva, incluyente y humana, que sea tan apasionante que nadie quiera quedarse fuera y tan ambiciosas que a nadie se le ocurra hacerlo en solitario. ¡Otra economía es posible, la estamos creando!

Referencias

Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. (2018). Informe de evaluación de la política del desarrollo social 2018. Recuperado de <https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/IEPSM/Documents/RESUMEN_EJECUTIVO_IEPDS2018.pdf>

De Sousa Santos, B. (2018). Construyendo las Epistemologías del Sur: para un pensamiento alternativo de alternativas. Buenos Aires: CLACSO. 

Romero, B., M. (2010). De la Competencia a la Compartencia en los cuidados transculturales. Index de Enfermería, 19(2-3), 157-161. Recuperado de <http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-12962010000200019&lng=es&tlng=es> 

Martínez, S. y Barroso, L. (2019). Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias AC: Enlaza la vida y afianza los derechos. Emprendedores. Al servicio de la pequeña y mediana empresa. 180, noviembre-diciembre. Recuperado de http://emprendedores.unam.mx/contenido.php?id_revista=42 

Organización Internacional del Trabajo. (2002). Informe IV. El trabajo decente y la economía informal. Organización Internacional del Trabajo. Recuperado de <https://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc90/pdf/rep-vi.pdf>

Organización Internacional del Trabajo. (2018). El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente. Organización Internacional del Trabajo. Recuperado de <https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/publication/wcms_633168.pdf>

Oxfam. (2 de diciembre de 2015). La desigualdad extrema de las emisiones de carbono. Nota informativa de Oxfam International. Recuperado de <https://oi-files-d8-prod.s3.eu-west-2.amazonaws.com/s3fs-public/file_attachments/mb-extreme-carbon-inequality-021215-es.pdf>

Oxfam. (2017). México justo: políticas públicas contra la desigualdad. Oxfam México. Recuperado de: <https://www.oxfammexico.org/historias/m%C3%A9xico-justo-pol%C3%ADticas-p%C3%BAblicas-contra-la-desigualdad-0>

Secretaría de Trabajo y Previsión Social. (2020). Pérdida de empleo formal ante el COVID-19 8 de abril 2020. Recuperado de: <https://www.crowe.com/mx/-/media/Crowe/Firms/Americas/mx/CroweHorwathMX/Archivos/COVID19/CPM-Perdida-de-empleo-por-COVID19-08abr20.pdf?la=es-MX&modified=2020 0408171550&hash=3B3230C9784A8AA7E60EA98952C3A4D185FAEE58> 

Touraine, A. (2005). Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy. Barcelona: Paidós.

Xantomilla, J. (2020). ONU: Feminicidios en México crecieron diariamente de 7 a 10 en tres años. La Jornada. Recuperado de <https://www.jornada.com.mx/ ultimas/sociedad/2020/03/05/onu-feminicidios-en-mexico-crecieron-de-7-a-10-diarios-en-tres-anos-8647.html>

Por: L.C.E Misheyla Ruiz 

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¡No, no todo está bien!

Estoy en un momento de quiebre, ¡lo he perdido todo! Exclamó con un tono fuerte y conciso, pero … ¿Qué es todo? Pregunté con sutileza, he perdido la esperanza, he perdido la fe, he perdido las ganas de vivir, he perdido las ganas de luchar. Cuando escuché esto, sentí que algo dentro de mí se quebraba, ¿Cómo podía decirle que todo estaría bien?, ¿Cómo podría ser tan jodidamente mentirosa?, yo misma sabía que ¡NO! ¡NO TODO ESTABA BIEN!. 

Hacía apenas unas horas, colgaba con mi gran amiga, una investigadora excepcional, estaba trabajando sobre lo que yo consideraba ¡la sensación epistemológica del siglo! Había descubierto sobre temas nunca antes revelados. Más emocionada que nunca, me sentía orgullosa de ella, ¡Caray! Me sentía totalmente orgullosa de ser mujer, sin embargo, la producción de endorfinas no duró mucho, casi al instante, un titular resonante, incluso hasta agresivo, inundaba los noticieros y los periódicos “El sujeto X, autor del descubrimiento de lo que se considera el mejor trabajo de investigación del siglo”, me derrumbé, si, ¡de nuevo había pasado!…

Ayer, después de tanto tiempo de no vernos, comía con mi prima, lucía triste, con un tono preocupado pregunté ¿Qué tienes?, la respuesta era la esperada, otra vez prima, otra vez pasó, ¿Qué pasó? Exclamé en un tono de sorpresa y tristeza, muy dentro de mi sabía lo que se venía, pero mi yo mucho más profundo esperaba que la respuesta fuera diferente,… Murió, cada una de las letras de esa palabra tan corta y enorme a la vez, resonó en cada rincón de mi cerebro. ¿M U R I Ó? pregunté arrastrando la palabra, si, respondió casi al instante, ¿Quién y cómo pas..? Mi vecina, a manos del sujeto X, se apresuró a decir.

¿Se murió? ¡Más bien la mataron!, Nos matan todos los días, en ocasiones mediante agresiones físicas, en otras solo usan solo unas cuantas palabras, a veces ni eso …y, es que esta, es una realidad, una realidad que comienza en los albores de la civilización, y subsiste hasta nuestros días.

El grado de sometimiento de nosotras hacia el hombre, la violencia que se ha ejercido contra nosotras a lo largo de los siglos, ha alcanzado todas las escalas de la barbarie de que la humanidad es capaz de desarrollar contra los seres humanos.

Como mujeres, hemos sido víctimas en todas las circunstancias de la vida: en tiempos de paz o de guerra, dentro de las paredes del hogar o en la plaza pública, en el lugar de trabajo, en los espacios de esparcimiento, en el ámbito privado o público.

La construcción del orden social supuso la transición del agrupamiento tribal a una civilización que fundaba sus cimientos en el sistema patriarcal mediante un conjunto de funciones, normas, valores y principios con un reparto dual de atribuciones, en el cual el varón ocupaba un lugar de privilegio exclusivista, mientras que a la mujer se le considera como un apéndice (la famosa costilla de Adán), útil esencialmente para la propagación y desarrollo biológico de la especie (Pérez, 2019)

Es así como a mi amiga le quitaron su investigación, porque una investigación hecha por una mujer ¿Qué credibilidad puede tener?, o como  la vecina de mi prima murió, ¿Murió? ¡la mataron!. Es así como miles de mujeres diariamente sufren de violencia física, emocional, económica, psicológica, … solo por el hecho de ser mujeres.

Estamos cansadas, hemos perdido todo, hemos perdido la esperanza, hemos perdido la fe, hemos perdido nuestra tranquilidad, hemos perdido hasta lo que no se puede perder,  ¡No, nada está bien!, estoy segura que todas conocemos a esa “amiga”, esa “vecina”, esa “conocida” esa “prima” que ha estado en estas situaciones a manos de “el sujeto x”, y es “X” porque como una variable, cualquier varón puede serlo, en un mundo como el actual, puede tomar cualquier nombre, puede tener cualquier identidad, puede ser quien ahora mismo camina por la acera. Extrañamente, en una época en el que todo va en contra, en el que parece que nada puede cambiar, como mujeres sabemos que este es nuestro momento, el sistema no puede ni debe seguir así y aunque aún utópico, sabemos que la transformación social es posible, y en colectivo, la podemos lograr.

Mientras me siento en el jardín, con un sol abrasador, después de un sentimiento tan abrumador, estoy consciente que no será fácil, que nos hace falta mucho camino por recorrer, pero también me siento motivada, sé que lo podemos lograr.

  • Detengamos la reproducción de principios machistas
  • Identifiquemos, situaciones de violencia de género
  • Construyamos redes de apoyo, apoyémonos entre nosotras, no hay mejor aliada, que otra aliada
  • Caminemos en colectivo, porque juntas somos más fuertes, unidas lograremos lo que nos propongamos.
  • Alcemos la voz, nuestra voz cuenta, hoy menos que nunca podemos quedarnos calladas.

Nadie ha dicho que sea fácil, tenemos camino que recorrer, pero es el momento preciso para andar. Mujer, eres valiosa, eres vida, eres fortaleza, eres cambio, ¡Hagámoslo posible! tomémonos de la mano y al unísono repitamos ¡No estamos solas y nunca más lo estaremos!.

L.C.E Karen Duran